Grandes momentos de la Historia de la Ciencia...



(Originalmente dedicado al Ilmo. Sr. D. F.J.Z.A.)




En algún momento de los principios del siglo XXI, el reverendo padre Popovrimof Saalchowsky, filósofo de la ciencia, concluyó su exposición en el XXXIXº Congreso Internacional de Química Doméstica, con un breve resumen del estado de los conocimientos de la química mundial.


El padre Saalchowsky aseguró categóricamente que, exceptuando uno o dos pequeños misterios menores en camino de resolución, el átomo y sus combinaciones habían revelado ya a la humanidad todos sus secretos. Nada quedaba pues, según Saalchowsky, por descubrir; y el futuro devenir de la materia consistiría únicamente en la aplicación y reaplicación de unas leyes perfectamente conocidas. 

Recomendaba el buen padre que, aquellos que tuviesen ansia de innovación y descubrimientos, dedicasen su vida a otras disciplinas con más posibilidades de proporcionar inesperadas sorpresas y descubrimientos (citaba concretamente la Ingeniería del ganchillo, la Repostería Aeronáutica y la Tecnología del Encaje de Bolillos Cerámico en microgravedad).

Poco podía imaginar Saalchowsky que, apenas diez minutos después de sus palabras, en un cutrecillo laboratorio de una anónima universidad de un desconocido país (Laboratorio Multifuncional de Química Inorgánica Nº 214, Campus de la Universidad Libre Internacional Kumuru, 23453-K`uangha. República de Maulnawhari, para ser exactos) un joven químico acababa de revolucionar los cimientos casi indestructibles del edificio de la Ciencia Química del siglo al lograr, mediante una serie de reacciones simples, lo que se creía imposible:

Había transformado el Paladio (del que, por cierto, en Maulnawhari disponían de cantidades escandalosamente grandes) en Isopaladio y de nuevo en Paladio otra vez, pero esta vez en Paladio de Berzallez, en lugar del Paladio de Odiente original. 
Había troceado, dividido, acidificado, volatilizado, calentado, basificado, evaporado, condensado, triturado y vuelto a triturar el material y había conseguido dejarlo casi exactamente igual que estaba, cosa insospechada anteriormente.

En la Galería de Hijos Ilustres del Paladio (uy, perdón) del Gobienno de K`uangha, junto a los retratos de los famosos presidentes, artistas y actores de telenovelas africanas, la República de Maulnawhari colgó un grabado homenaje al, desde entonces, célebre científico en un emotivo acto en el que estuvieron presentes sus majestades los Reyes de Ucrania y los presidentes de las Repúblicas de Tomío, Patínádená, Veteprái y Numidia-la-Ghana.

Para que el recuerdo de los Hijos Ilustres de Maulnawhari permanezca eternamente fresco a través de las generaciones y no se olviden sus rostros, la galería se cierra con una puerta acorazada de acero cromado de 1,5 metros de espesor y se castiga con la Pena de Muerte a quien ose mirar siquiera los retratos que allí se exponen.

Cuentan, sin embargo, que el Ministro de Bailes de Salón de Kímorro, asistente al acto, quedó particularmente prendado de la belleza del joven químico y que, a escondidas y con grave riesgo para su salud física, tomó una instantánea del retrato con una Polaroid™ bolígrafo...
En la actualidad, sólo existe una copia fiel de aquella instantánea y se conserva en el domicilio particular de un lector anónimo, que, además, desea permanecer en el anonimato. Pero puedo jurar que yo personalmente lo he visto. Y, bueno, no está mal... pero guapo, guapoooo, lo que se dice guapoooo... no sé yo.




Un editorial como despedida

-Se escribió en 1999 y, miren ustedes qué cosas, me parece de rabiosa actualidad ...-

“Algo anda mal  cuando lo que hay que salvar es el sistema y no la forma de vida a la que el sistema debería servir” (B.F. Skinner)

... 
Recordábamos una época sencilla, en la que clamábamos por la revolución silenciosa, por el cachondeo y la risa, por la norma del escaqueo y el empleo de la maquinaria del estado para nuestros fines. Hoy somos muchos más. En muchos lugares del mundo. Y el mensaje vuelve a ser el mismo: 

Mucha gente ha muerto durante los siglos por tonterías. Miremos a nuestro alrededor y comencemos a ser irreverentes e irónicos. Sólo así podremos ver las cosas en su justa medida. 

Si no lo hacemos, si nos creemos todo lo que nos dicen, nos parecerá que la Patria es algo que existe y que el Gobierno es algo necesario. Nos convenceremos de que nuestro tiempo pertenece al Banco o a la Empresa y que nos lo va a devolver con intereses. Creeremos que Mañana estaremos más a gusto con los que queremos y que vale la pena sacrificar el Hoy. 
Sentiremos que el Trabajo es un derecho y no una jodida maldición bíblica y incluso diremos que es cierto que hay un esquivo y dudosamente gracioso Dios que tiene un interés personal en unas motas cósmicas como nosotros y nuestras particulares necesidades. 
Pues vale. 

No será por que no llevamos tiempo avisando. Hay que entrar a saco en las reuniones de caras largas y hacerlas terminar a pastelazos. O acaso hay que soltar unas cuantas gallinas en el Congreso. O quizá estaría bien no ponernos nada debajo de las togas y las sotanas. No sé. Me mata esta incertidumbre. Ya se nos ocurrirá algo.

Con una interesante cita de B.F. Skinner comenzábamos este editorial. Lo terminaremos tarde o temprano. Recordad: “Si no es divertido...haz que lo sea”.

Hasta el próximo programa, amiguitos. Y no olvidéis supervitaminaros y mineralizaros, y además, haced caso a lo que nos dicen nuestros lectores: dejad de platicar y comenzad a actuar (igual debo aplicarme el cuento). 

No olvidéis que en nuestra próxima entrada os ofreceremos la receta de una ensalada de rinoceronte -algo difícil de preparar, pero de éxito seguro en cualquier reunión social de etiqueta-, los nuevos consejos sobre afeitado de Freddy Krueger y, por supuesto nuestro consultorio sentimental para adictos a la criptonita, así como la tan postergada entrevista con...con...¿con quién era? y el horripilante testimonio  de un arrepentido “Yo he desayunado cereales para trabajar mejor”. 

Pues eso. Sed buenos y no hagáis sufrir a vuestras mamás (ni a vuestras mamas, si las tenéis).





(Adaptado de la revista digital "Again with the Blues". Diciembre de 1999)











.

Comentarios

  1. jejeje la historia de la ciencia como de costumbre sorprendente, y sobre lo otro, creo que la política rebosa de humor, el Parlamento es un circo, ya se encargan de ello los políticos (y humor bien negro, a decir verdad)

    besos,

    ResponderEliminar
  2. Estimada Amiga Maslama:

    Lo malo del circo parlamentario es que los payasos dan miedo a los niños y los monologuistas hacen más bien poca gracia.


    Cuando un cómico no es gracioso... ¿se cambia al público? ¿se le obliga a reír?... ¿o se le despide a tomatazos y se busca uno mejor?

    ;)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Dime qué opinas. Prometo contestar…

Entradas populares